jueves, 14 de diciembre de 2017

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Nota: 7

La vida cotidiana en el franquismo

Hambre y miseria en la posguerra.

Los primeros años del franquismo estuvieron marcados por la miseria y el hambre. El racionamiento, en vigor desde 1939 hasta 1952, no proporcionaba alimentos suficientes. La dieta de gran parte de la población se componía de pan negro, elaborado sobre todo con harina de maíz, boniatos, legumbres y arenques. Apenas se comía carne, pescado fresco, huevos o fruta porque eran productos muy caros.
Muchas personas acudían a instituciones de beneficencia para comer y otras mendigaban. La malnutrición provoco un aumento de las enfermedades, sobre todo de la tuberculosis, la difteria y el tifus.
La ropa y el calzado eran igualmente escasos, lo que extendió en los hogares la práctica de dar la vuelta a cuellos y puños estropeados y remendar las sábanas.
Ante la carencia de gasolina, se inventó el gasógeno, un sistema para mover los vehículos.

La sociedad de consumo de los años sesenta.

El desarrollo económico iniciado en los años sesenta se tradujo en un aumento del nivel de vida de los españoles. Mejoró la alimentación, y la extensión de la venta a plazos permitió que un mayor número de españoles dispusieran de electrodomésticos, antes reservados a los más acomodados (lavadoras, frigoríficos, televisores…), compraran un automóvil o instalaran teléfono en sus hogares.
Las vacaciones pagadas hicieron posible disponer de un tiempo de ocio, en el que muchos trabajadores visitaban sus pueblos natales. Otras personas <<veraneaban>> en las playas españolas.

El papel de la mujer.

Durante la dictadura de Franco se impuso un modelo familiar patriarcal, amparado por el Estado y la Iglesia, en el que la mujer debía desempeñar, casi en exclusiva, el papel de esposa y madre.
La mujer perdió muchos de los derechos logrados en la Segunda República. Se le permitía trabajar solo si contaba con el permiso de su padre o de su marido y se le prohibió el ejercicio de algunas profesiones, como juez, notario o diplomático.
También se exigió a la mujer una forma de vestir decorosa, preferiblemente, con falda y manga larga y sin escotes.
Solo a partir de la década de 1960 las españolas pudieron acceder en mayor medida a la educación y al trabajo asalariado, mejorando algo su situación, aunque la discriminación persistió.

La cultura de masas.

Muchos españoles escuchaban la radio, que retransmitía oficios religiosos, partidos de fútbol, música (coplas, sobre todo) o seriales (obras dramatizadas donde los protagonistas pasaban grandes penurias). A partir de 1956, la radio tuvo que hacer frente a la competencia de la televisión, muy popular por sus concursos y series, muchas de ellas extranjeras.
Las revistas, la zarzuela, el cine, fundamentalmente de producción estadounidense, los bailes y guateques, y el fútbol eran las principales diversiones. Todos los espectáculos estuvieron sometidos a la censura: se prohibió la proyección de ciertas películas y se cortaban las escenas que los censores consideraban inapropiadas. También se censuraban los textos teatrales y la indumentaria de los actores.

La educación, difusora de los valores del régimen.


La enseñanza fue casi un monopolio de la Iglesia católica. La coeducación se prohibió y gran parte de los maestros republicanos fueron apartados de sus puestos. La enseñanza debía contribuir a difundir entre niños y jóvenes los valores del régimen, como el amor a la patria, el papel secundario de la mujer y la mitificación de la figura de Franco. Hasta la aprobación de la Ley General de Educación de 1970 no se intentó modernizar el sistema educativo español, adecuándolo a la realidad social del país. 

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