lunes, 16 de abril de 2018

3: La lenta victoria aliada

Tres faltas de ortografía
Nota: 7

     Con la extensión del nuevo frente, la guerra se convirtió en un conflicto mundial. Conscientes de su superioridad material, demográfica y tecnológica, los tres países centrales de la coalición aliada, Estados Unidos, la Unión Soviética y Reino Unido, concertaron sus estrategias para acabar con sus enemigos mediante campañas militares coordinadas en los cuatro grandes teatros de operaciones: el Atlántico, el norte de África, el este europeo y el Pacífico.

      Los países del Eje, con un menor grado de coordinación, se aprestaron a resistir esos asaltos en las posiciones adquiridas confiando en la fortaleza inexpugnable de sus defensas terrestres y marítimas. En 1943 comenzaba una nueva fase de la guerra, en la que los aliados emprendían una ofensiva estratégica general que habría de llevarles a la victoria, aunque con más lentitud y costes de los inicialmente esperados.

   
3.1: El viaje de la contienda:

       La gran tenacidad del ejército soviético permitió derrotar a los alemanes en las batallas de Stalingrado y Kursk. La primera, en enero de 1943, contempló la rendición del VI Ejército alemán al mando del general Friedrich Paulus, con 90.000 soldados que cayeron prisioneros de los 250.000 inicialmente movilizados. La segunda, Kursh, en agosto de 1943, se considera una de las grandes batallas de la historia de la humanidad, con 435.000 soldados alemanes atacantes y un millón de soldados soviéticos defendiéndose. Acabó con una derrota mortal para el Tercer Reich.

       A finales de 1942 se había abierto un nuevo frente terrestre con el desembarco anglo-norteamericano en el norte de África: la < operación Antorcha >. En mayo de 1943, alemanes e italianos se rindieron en Túnez: el norte de África quedó en manos de los aliados y abrió el camino de la conquista de la isla de Sicilia. Los aliados invadieron Sicilia en julio, lo que provoco la caída del régimen fascista y la detención de Mussolini. Desembarcaron en el sur de la península italiana -Salerno, Tarento y Calabria- en septiembre y el nuevo gobierno italiano firmó un armisticio con los aliados.

       Los alemanes les hicieron frente, y el país quedó dividido: en el sur se constituyó un Gobierno proaliado y en el norte, un Gobierno fascista, controlado por los alemanes y presidido por Mussolini, que había sido liberado de su cautiverio en una operación de comandos. En la primera mitad de 1944, el avance hacia el norte, tras los durísimos combates sobre Monte Casino, llevó a la entrada de los aliados en Roma el día 4 de junio.

       Las victorias aliadas se fueron consolidando y se inició una campaña sistemática de bombardeos aéreos sobre Alemania. Todo el país quedó arrasado por las bombas británicas y estadounidenses, lo que provoco la paralización de la industria bélica, la destrucción de infraestructuras y, sobre todo, el desplome moral de la sufrida población germana: solo el bombardeo del puerto de Hamburgo, en julio de 1943, destruyó tres cuartas partes de la ciudad, mató a 40.000 hamburgueses y dejó sin casa a un millón de supervivientes.

De la Conferencia de Casablanca a la Conferencia de Yalta:

       Durante la guerra se celebraron varias reuniones de los máximos responsables políticos de los aliados para acordar decisiones comunes.

       En enero de 1943, en la ciudad marroquí de Casablanca, tuvo lugar el encuentro entre Roosevelt, Churchill y dos generales franceses representantes de la Francia libre, De Gaulle y Giraud, y se acordó ayudar a la URSS e invadir Sicilia e Italia.

       En El Cairo (Egipto), en noviembre de 1943, se tomaron las decisiones sobre el frente asiático.

       La primera vez que los tres dirigentes aliados -Churchill, Roosevelt y Stalin- se reunieron fue en Teherán entre noviembre y diciembre de 1943, para acordar la apertura de un segundo frente en Francia.
             
       En la Conferencia de Yalta, en febrero de 1945, tras la rendición incondicional de Alemania, se decidió su segmentación en cuatro zonas de ocupación, la disolución de su ejército y de su industria armamentística y se sentaron las bases para organizar la ONU. La última reunión tuvo lugar entre julio y agosto de 1945, en Postdam.



               De izquierda a derecha, Churchill, Roosevelt y Stalin, en la Conferencia de Yalta.




                                                          La ofensiva aliada, 1942-1945.


3.2 Hacia la victoria final: Normandía y el hundimiento del                                                   Tercer Reich: 

        El alto mando conjunto anglo-norteamericano, dirigido por el general Eisenhower, empezó a preparar la invasión de Francia para avanzar por el noroeste en una maniobra concertada con el avance de las tropas soviéticas hacia territorio alemán por el este. La decisiva operación tuvo lugar el 6 de junio de 1944, a cargo de un ejército de más de 150.000 hombres.

        El día D a la hora H, las tropas aliadas desembarcaron por sorpresa en las costas francesas de Normandía, sin que los alemanes hubieran previsto la defensa. Tras duros y sangrientos combates, la progresión de las fuerzas aliadas permitió liberar París en pocas semanas y legar a las fronteras occidentales de Alemania cuatro meses después. Al tiempo, el Ejército Rojo ya había liberado Bucarest, asediaba Budapest y estaba a punto de ocupar Varsovia.

        La suerte estaba echada, pero Hitler no estaba dispuesto a asumir la derrota ni a rendirse incondicionalmente como le habían exigido los tres grandes mandatarios aliados. En esas condiciones, entre enero y abril de 1945, la guerra se localizó directamente en el territorio alemán, con las tropas anglo-norteamericanas atacando por el oeste y sur y las tropas soviéticas por el este.

        El coste humano de esas últimas batallas fue espantoso, porque el ejército alemán siguió combatiendo mientras contó con armas y munición. Durante la campaña final para ocupar Berlín, perecieron más de 10.000 soldados americanos, más de 300.000 soldados soviéticos y un mínimo de 200.000 alemanes, tanto civiles como militares.

        El hundimiento del Tercer Reich terminó con la toma por asalto de la capital alemana el 30 de abril de 1945. Ese mismo día, pocas horas antes, Hitler se había suicidado en su refugio subterráneo (el búnker) en la asediada Cancillería del Reich, incapaz de admitir la derrota y dispuesto a no sufrir la suerte de Mussolini, que había sido capturado y ejecutado durante su tentativa que huida hacia Alemania. Su sucesor al frente del régimen nazi fue el almirante Dönitz, que, pese a su fidelidad al Führer ya desaparecido, comprendió la inutilidad de proseguir la resistencia y asumió la necesidad de ofrecer la rendición incondicional que exigían los dirigentes aliados.

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