Falta el mapa de la guerra civil rusa
Nota: 9
4.1. Las primeras medidas revolucionarias
El Segundo Congreso de los
sóviets destituyó al gobierno provisional y aprobó la formación
de un Congreso de Comisarios del Pueblo con mayoría
bolchevique y dirigido por Lenin, que se constituyó en el primer
gobierno obrero y campesino.
El nuevo ejecutivo decretó las
primeras medidas revolucionarias: abolición de la propiedad
privada de tierra y expropiación, por parte de los sóviets, de los
grandes latifundios, control obrero de las empresas de más
de cinco trabajadores, nacionalización de la banca, supresión del
ejército zarista y reconocimiento del derecho a la autodeterminación
de los diversos pueblos del Imperio.
Un nuevo decreto mostró la
determinación del gobierno de establecer la paz con Alemania. Las
conversaciones llevaron a la firma de un tratado en
Brest-Litovsk (1918), en el que se aceptaban todas las
exigencias de la parte alemana. Rusia renunció a los países
bálticos, Finlandia, los territorios polacos y Besarabia, mientras
Ucrania se declaró independiente.
En noviembre de 1917 se
convocaron las elecciones previstas por el gobierno provisional para
elegir una Asamblea Constituyente. Los resultados electorales no fueron los esperados
por los bolcheviques, que no obtuvieron la mayoría. Ante esta
situación, decidieron disolver la Asamblea en su primera y única
sesión porque esta se negaba a someter sus decisiones a la
aprobación de los sóviets. La revolución bolchevique daba la
espalda al sistema democrático-parlamentario y un Congreso de
sóviets sería el encargado de establecer las nuevas instituciones
de Estado proletario.
4.2. La guerra civil (1918-1921)
La revolución había triunfado, pero
los bolcheviques solo controlaban una amplia zona alrededor de
Petrogrado y Moscú, que se convirtió en la nueva capital. Los
defensores del zarismo, los sectores que apoyaban al gobierno
provisional y aspiraban a una república parlamentaria y los
campesinos propietarios de tierras iniciaron la resistencia armada
con el objetivo de impedir la consolidación del Estado Soviético. A
ellos se sumaron, en 1918, algunas potencias occidentales (Gran
Bretaña, Estados Unidos, Polonia...) que invadieron Rusia con sus
ejércitos.
Dirigidos por los viejos mandos
del ejército zarista, los partidarios del antiguo orden acabaron llamándose rusos blancos por oposición a la Rusia roja o
revolucionaria. Se inició entonces una guerra que se extendería a
lo largo de tres años.
Para hacer frente a la guerra
civil, los bolcheviques crearon el Ejército Rojo y su
artífice fue León Trotsky. El nuevo ejército revolucionario
se basaba en la disciplina y los grados militares clásicos, pero
unos comisarios políticos vigilaban a los combatientes y fomentaban
el ánimo revolucionario.
El conflicto bélico fue largo y
cruel: costó un elevado número de vidas y sumió en el hambre y la
miseria millones de personas. Además, las revanchas y castigos por
apoyar a un bando u otro fueron frecuentes y aterrorizaron a la población. En medio de este clima de violencia y ante el temor que el zar pudiese ser rescatado por el Ejército Blanco, en julio de 1918, Nicolás II y su familia fueron ejecutados por los bolcheviques en Ekaterinburgo, donde se hallaban prisioneros.
En los primeros meses, el Ejército Blanco obtuvo algunas victorias, pero a partir de finales de 1918, el Ejército Rojo comenzó a dominar la situación. Las razones hay que buscarlas en su disciplina y eficacia militares, que consiguieron movilizar un elevado número de soldados, y en las medidas revolucionarias, como el reparto de tierras, que les valió el apoyo de buena parte del campesinado. También contribuyó a este dominio victorioso la desorganización de los blancos, la falta de un mando único y la retirada de los ejércitos extranjeros. En 1921, tras la victoria en Ucrania, el Ejército Rojo quedó vencedor en la guerra.
4.3 El comunismo de la guerra
La contienda militar comportó que todos los recursos del país, tanto humanos como económicos, se orientasen hacia un único objetivo: avituallar al ejército para ganar la guerra. El gobierno soviético estableció el "comunismo de guerra", que implicaba un estricto control de la economía por el Estado y una rígida vigilancia sobre la población.
En nombre de las necesidades bélicas se nacionalizaron las industrias de más de 10 trabajadores, la banca, los transportes y el comercio. La producción de cereales quedó controlada y los agricultores fueron obligados a entregar al Estado la mayor parte de sus cosechas. La disciplina laboral aumentó, llegando casi a la militarización de la producción, y se limitaron los derechos sindicales, prohibiéndose el derecho a huelga.
Estas rígidas medidas tropezaron con las resistencias de un gran sector del campesinado y tuvieron que implantarse por la fuerza. Ante la falta de alimentos, se extendieron el acaparamiento y el estraperlo, que fueron severamente castigados. El descenso de la producción, y los problemas derivados de la guerra comportaron enormes dificultades para toda la población, ya que las ciudades quedaron desabastecidas de la mayoría de productos básicos.
La necesidad de crear un bloque compacto de revolucionarios capaz de imponerse a los contrarrevolucionarios comportó el establecimiento de fuertes medidas represivas: se reimplantó la censura, se prohibió la prensa opositora y se intervinieron los tribunales. Para perseguir a los opositores, en diciembre de 1917 se creó una policía política, la checa, que detenía y castigaba no solo a los defensores del viejo orden, sino también a todos aquellos que criticaban las decisiones del partido bolchevique.
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