martes, 10 de abril de 2018

4 LA GUERRA CIVIL Y EL COMUNISMO DE GUERRA


Falta el mapa de la guerra civil rusa
Nota: 9

4.1. Las primeras medidas revolucionarias

    El Segundo Congreso de los sóviets destituyó al gobierno provisional y aprobó la formación de un Congreso de Comisarios del Pueblo con mayoría bolchevique y dirigido por Lenin, que se constituyó en el primer gobierno obrero y campesino.

    El nuevo ejecutivo decretó las primeras medidas revolucionarias: abolición de la propiedad privada de tierra y expropiación, por parte de los sóviets, de los grandes latifundios, control obrero de las empresas de más de cinco trabajadores, nacionalización de la banca, supresión del ejército zarista y reconocimiento del derecho a la autodeterminación de los diversos pueblos del Imperio.

    Un nuevo decreto mostró la determinación del gobierno de establecer la paz con Alemania. Las conversaciones llevaron a la firma de un tratado en Brest-Litovsk (1918), en el que se aceptaban todas las exigencias de la parte alemana. Rusia renunció a los países bálticos, Finlandia, los territorios polacos y Besarabia, mientras Ucrania se declaró independiente.

    En noviembre de 1917 se convocaron las elecciones previstas por el gobierno provisional para elegir una Asamblea Constituyente. Los resultados electorales no fueron los esperados por los bolcheviques, que no obtuvieron la mayoría. Ante esta situación, decidieron disolver la Asamblea en su primera y única sesión porque esta se negaba a someter sus decisiones a la aprobación de los sóviets. La revolución bolchevique daba la espalda al sistema democrático-parlamentario y un Congreso de sóviets sería el encargado de establecer las nuevas instituciones de Estado proletario.

4.2. La guerra civil (1918-1921)

    La revolución había triunfado, pero los bolcheviques solo controlaban una amplia zona alrededor de Petrogrado y Moscú, que se convirtió en la nueva capital. Los defensores del zarismo, los sectores que apoyaban al gobierno provisional y aspiraban a una república parlamentaria y los campesinos propietarios de tierras iniciaron la resistencia armada con el objetivo de impedir la consolidación del Estado Soviético. A ellos se sumaron, en 1918, algunas potencias occidentales (Gran Bretaña, Estados Unidos, Polonia...) que invadieron Rusia con sus ejércitos.
    Dirigidos por los viejos mandos del ejército zarista, los partidarios del antiguo orden acabaron llamándose rusos blancos por oposición a la Rusia roja o revolucionaria. Se inició entonces una guerra que se extendería a lo largo de tres años.

    Para hacer frente a la guerra civil, los bolcheviques crearon el Ejército Rojo y su artífice fue León Trotsky. El nuevo ejército revolucionario se basaba en la disciplina y los grados militares clásicos, pero unos comisarios políticos vigilaban a los combatientes y fomentaban el ánimo revolucionario.

    El conflicto bélico fue largo y cruel: costó un elevado número de vidas y sumió en el hambre y la miseria millones de personas. Además, las revanchas y castigos por apoyar a un bando u otro fueron frecuentes y aterrorizaron a la población. En medio de este clima de violencia y ante el temor que el zar pudiese ser rescatado por el Ejército Blanco, en julio de 1918, Nicolás II y su familia fueron ejecutados por los bolcheviques en Ekaterinburgo, donde se hallaban prisioneros.

    En los primeros meses, el Ejército Blanco obtuvo algunas victorias, pero a partir de finales de 1918, el Ejército Rojo comenzó a dominar la situación. Las razones hay que buscarlas en su disciplina y eficacia militares, que consiguieron movilizar un elevado número de soldados, y en las medidas revolucionarias, como el reparto de tierras, que les valió el apoyo de buena parte del campesinado. También contribuyó a este dominio victorioso la desorganización de los blancos, la falta de un mando único y la retirada de los ejércitos extranjeros. En 1921, tras la victoria en Ucrania, el Ejército Rojo quedó vencedor en la guerra.

Resultado de imagen de cartel de los bolcheviques en 1918


4.3 El comunismo de la guerra

    La contienda militar comportó que todos los recursos del país, tanto humanos como económicos, se orientasen hacia un único objetivo: avituallar al ejército para ganar la guerra. El gobierno soviético estableció el "comunismo de guerra", que implicaba un estricto control de la economía por el Estado y una rígida vigilancia sobre la población.
    En nombre de las necesidades bélicas se nacionalizaron las industrias de más de 10 trabajadores, la banca, los transportes y el comercio. La producción de cereales quedó controlada y los agricultores fueron obligados a entregar al Estado la mayor parte de sus cosechas. La disciplina laboral aumentó, llegando casi a la militarización de la producción, y se limitaron los derechos sindicales, prohibiéndose el derecho a huelga.

    Estas rígidas medidas tropezaron con las resistencias de un gran sector del campesinado y tuvieron que implantarse por la fuerza. Ante la falta de alimentos, se extendieron el acaparamiento y el estraperlo, que fueron severamente castigados. El descenso de la producción, y los problemas derivados de la guerra comportaron enormes dificultades para toda la población, ya que las ciudades quedaron desabastecidas de la mayoría de productos básicos.

    La necesidad de crear un bloque compacto de revolucionarios capaz de imponerse a los contrarrevolucionarios comportó el establecimiento de fuertes medidas represivas: se reimplantó la censura, se prohibió la prensa opositora y se intervinieron los tribunales. Para perseguir a los opositores, en diciembre de 1917 se creó una policía política, la checa, que detenía y castigaba no solo a los defensores del viejo orden, sino también a todos aquellos que criticaban las decisiones del partido bolchevique.

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